DISCOTECA “CELESTE”.
El
inconsciente se crea a las ocho de la madrugada. Del carmín de tus besos no
diré nada. Me recuerda a veces a la mentira que retorna cuando el espejo
interrumpe la eterna plegaria o mis dientes viajan al subsuelo del placer. Me
sonrojo a las ocho de la madrugada viéndome cometer tantos suicidios estúpidos
pero no gloriosos. Ya soy un fantasma cuando el billete deja de perseguir el
ritmo de la sangre tendida en la nieve. Te cojo la mano pero es una broma, pues
me quedo con ella pero sin ti, como en el matrimonio. Y la risa me acompaña a la
salida hasta más allá del recodo, donde la poesía ya no llega. La risa se
pierde en el último suspiro, a dónde va el último gran énfasis en los sentidos
si no tiene en ti su eco, no me importa que nada sea verdad, que nada sea
verdad sin tu arrullo. De no aceptar equipaje, en este último peaje al ritmo de
una música endiablada, tampoco yo entro. En este amanecer de pura escarcha sólo
tu beso atesoro, en mi corazón, para poder llevarlo. En este amanecer, el sol
es testigo, te beso para siempre.
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